Energías renovables no convencionales en el Perú: hacia un desarrollo energético eficiente y sostenible
Existe un consenso mundial referido a que el mayor reto al que nos enfrentamos como planeta es hacerle frente al calentamiento global, al cual la propia actividad humana ha contribuido mediante la emisión de gases de efecto invernadero. En este contexto, la ‘descarbonización’ de la economía requiere necesariamente de una transición hacia energías limpias y sostenibles.
Latinoamérica es una región con una matriz de generación eléctrica medianamente limpia: la mitad de la energía eléctrica es generada mediante plantas hidroeléctricas, mientras que un cuarto de la energía eléctrica se genera mediante plantas térmicas que operan con gas natural. En particular, nuestro país, hasta hace casi 15 años, generaba casi la totalidad de la energía eléctrica con plantas hidroeléctricas. Desde la puesta en operación del proyecto Camisea en el año 2004, la participación de las centrales de gas natural se ha incrementado de manera consistente. En 2018, el 55% era producido con grandes hidroeléctricas; el 37%, con centrales de gas natural; y alrededor de 7% con energía renovable no convencional (mini hidro, solar, eólica o biomasa).
PUEDES VER Los verdaderos problemas del sector energía
¿Por qué es importante continuar impulsando las energías renovables no convencionales o Recursos Energéticos Renovables (RER)? La principal razón es que debemos mantener un crecimiento económico sostenido que permita el desarrollo de más peruanos, minimizando el impacto en el ambiente. Si bien hoy algunos hablan de ‘sobreoferta de generación’, lo cierto es que en los siguientes años solo con la entrada en operación de grandes proyectos mineros (Michiquillay, Quellaveco, Pampa de Pongo, entre otros), altamente intensivos en consumo de electricidad, será necesario ampliar nuestra capacidad a fin de hacer frente a una mayor demanda.
Los RER permiten ampliar la oferta de generación de manera rápida y con un bajo nivel de conflictividad social. Las grandes hidroeléctricas pueden tomar hasta 7 años para su construcción, y en ocasiones traen consigo conflictos sociales originados por el uso del agua. Por su parte, la instalación de plantas solares o eólicas pueden tomar entre 2 y 3 años, y es menos probable que generen conflictos sociales ya que no existe rivalidad con las comunidades en torno al recurso natural utilizado para la generación eléctrica.
Otro motivo para impulsar los RER es que permiten diversificar nuestra matriz energética. Lo que muchas veces no oímos decir es que éste no es un objetivo en sí mismo, sino un medio para reducir la vulnerabilidad de nuestro sistema ante interrupciones, desabastecimiento o fallas en alguno de los tipos clásicos de generación. Estas situaciones incluyen sequías ocasionadas por el cambio climático o el fenómeno El Niño, que pueden comprometer la producción de energía proveniente de hidroeléctricas, o desabastecimientos por mantenimientos programados o roturas del ducto de gas que no pueden ser anticipadas. En casos extremos, el país ha debido recurrir a plantas de diésel, altamente contaminantes y de un elevado costo. Al incrementar su participación en nuestra matriz energética, los RER permitirán reducir la vulnerabilidad de nuestro sistema eléctrico a un menor costo y minimizando el impacto en el ambiente.
PUEDES VER Brasil y México en contra ruta energética
Finalmente, los RER tienen un gran potencial para ayudarnos a cerrar la brecha de acceso a energía eléctrica en zonas rurales. En estas zonas, debido a que se caracterizan por un número reducido de viviendas y por la dispersión entre éstas, no es posible aprovechar las economías de densidad que están presentes en los servicios públicos que se proveen a través de redes. Por tal motivo, la solución óptima para atender la demanda de energía de este segmento de población puede implementarse aprovechando los sistemas offgrid (fuera de red), los cuales mediante paneles solares y baterías pueden garantizar luz y energía eléctrica a los hogares más pobres del país.
En 2008, el Perú fue uno de los países líderes en energías renovables, al aprobar la normativa que introdujo las subastas RER para la promoción de la penetración de este tipo de energías. Desde entonces, se realizó una subasta off-grid y 4 subastas on-grid. En el caso de estas últimas, se observaron importantes reducciones en el costo de la energía entre la primera y la cuarta subasta (reducciones de 53% en la generación eólica y 78% en la solar); sin embargo, la cuarta subasta se llevó a cabo en 2015, y desde entonces no han sido adjudicados nuevos proyectos RER.
Hoy que las energías renovables son más competitivas, se requiere dar señales adecuadas para la promoción de las RER en el corto y mediano plazo, sea a través de nuevas subastas o propiciando la competitividad de las RER (en especial la eólica y fotovoltáica) en igualdad de condiciones frente a las tecnologías tradicionales.
Así, como país, necesitamos retomar el liderazgo con respecto a los RER, pues —en comparación con otros países de América Latina tales como Chile, Colombia y México— hemos quedado relegados en penetración de RER en la matriz energética, así como en otros temas relacionados. Uno de ellos es el de la generación de energía eléctrica por parte de los consumidores (llamada generación distribuida). Con la introducción de los llamados ‘prosumidores’ (consumidores que a la vez son proveedores de la energía), muchos países vienen permitiendo que estos usuarios generen energía para su consumo e inclusive para inyectarla a la red eléctrica. En nuestro país, en agosto de 2018, el Ministerio de Energía y Minas publicó el proyecto de reglamento de generación distribuida, no habiéndose aprobado a la fecha la norma definitiva para su entrada en vigor.
PUEDES VER Aspectos relevantes del mercado del GLP automotriz
Otro tema en el cual debemos comenzar a implementar medidas, a fin de tener el liderazgo como país en temas de energías renovables, pero sobre todo por motivos de salud pública, es el de la electromovilidad. La campaña Breathe Life, de la Organización Mundial de Salud y el Banco Mundial, ha publicado la concentración de material particulado respirable en distintas ciudades. Éste proviene principalmente de las emisiones de los vehículos que operan con diésel y tiene graves efectos en la salud, debido a su capacidad de afectar las vías respiratorias. En Lima, la concentración de material particulado (PM 2.5) es hasta 4 veces superior al nivel recomendado por la Organización Mundial de la Salud. De acuerdo con la Fundación Transitemos, el 81% de los viajes en Lima y Callao se realizan mediante transporte público de flota antigua y que opera con diésel. Por tanto, tal como está pasando en muchos países, el parque automotor debe iniciar un proceso de descarbonización.
Ante esta realidad, resulta claro que el cambio debe iniciarse por el transporte público, a fin de impulsar su electrificación a nivel masivo (líneas de metro, corredores complementarios, buses alimentadores, etc.), previo desarrollo de la infraestructura necesaria y la definición de la regulación aplicable a estos casos. Una vez iniciada la electrificación del transporte público, pueden implementarse estrategias más agresivas de incentivo a la electrificación del transporte privado.
Nuestro país tiene una historia de larga data en energías limpias, y un potencial enorme para la promoción de energías renovables. Los retos del futuro cercano requieren que retomemos el liderazgo y establezcamos políticas claras y consistentes, a fin de promover el desarrollo sostenible que nuestro país necesita.
Autor:
Daniel Schmerler Vainstein
Presidente del Consejo Directivo de Osinergmin