Escrito por el Ing. Roberto Tamayo Pereyra, Ex Director General de Electricidad del Minem Y Jefe de Supervisión Generación y COES del Osinergmin. En el año 1960, la Consultora Arthur D. Little. INC., desarrolló un […]
Escrito por el Ing. Roberto Tamayo Pereyra, Ex Director General de Electricidad del Minem
Y Jefe de Supervisión Generación y COES del Osinergmin.
En el año 1960, la Consultora Arthur D. Little. INC., desarrolló un Informe al Gobierno del Perú, denominado Programa de Desarrollo Industrial y Regional para el Perú. Este documento es uno de varios que sirvieron en la estrategia del progreso de la industria en el Perú, vista la infraestructura desarrollada hasta el momento.
Estamos hablando de Ela fabricación de metales básicos (refinerías en Cajamarquilla y Pisco, Chimbote fue concebida antes para la Corporación del Santa), de productos de la industria química como los fertilizantes, de la industria de la madera, de la textil, y para todo ello también evaluaron una solución a los sistemas de transporte. Pero también, como era evidente, abordó el desarrollo de la industria eléctrica a partir del proyecto Mantaro, para el cual se consideró la posibilidad de construirlo con 13 unidades de 78 MW c/u, primó alternativa que conocemos hoy con un excelente factor de planta.
El Perú partía con una visión de uso de fuente primaria hídrica, como insumo, para su infraestructura de generación eléctrica; las proyecciones de demanda de ese momento (para el área centro y sur medio), incluidas las cargas de la industria del aluminio y de hierro se centraban alrededor de los 2000 MW para el año 1977.
Recordemos que en el año 1990 el SICN superó los 1000 MW, y en el año 1994 registró una máxima de 1950 MW. La predominancia en la matriz era de 98% hidráulica.
En el año 2010, la Unidad de Energía del Departamento de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial para la Región de Latino América y el Caribe señalaba que, en el Perú, los proyectos hidroeléctricos han constituido la principal fuente de electricidad, abasteciendo tradicionalmente en más de un 80 por ciento los requerimientos del país, y han servido como fuente de generación independiente para la minería y la industria.
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A partir del desarrollo del gas natural, a comienzos de la década de 1990, y de la apertura del gaseoducto de Camisea, la atención del gobierno se volcó a otorgar incentivos al uso de gas natural para la generación de electricidad. El resultado de esta acción fue una virtual suspensión del desarrollo de centrales hidroeléctricas debido al precio muy bajo del gas natural.
Teniendo en cuenta el desarrollo de los mercados de exportación para el gas, y la mayor atención a los impactos sobre el cambio climático, el Estado en el 2010 le prestó atención al desarrollo de la generación hidroeléctrica.
Las medidas que adoptó en ese entonces comprendieron la introducción de la depreciación acelerada para las inversiones que realizarán proyectos de energía hidroeléctrica, la introducción de un descuento para que las hidroeléctricas compitan en subastas, y el anuncio de la subasta, a cargo de ProInversión, que se efectuó en el año 2010.
También es necesario referirnos, si de ilustrar la evolución de los desarrollos hidroeléctricos se trata, a los últimos planes referenciales elaborados por el MINEM. En los planes referenciales de los periodos 2005 – 2014 y 2006 – 2015, se proyectaron 13 proyectos hidroeléctricos, con resultados a la fecha interesantes, dado que 8 proyectos se concretaron, un proyecto (La Virgen se encuentra a un 98% de ejecución) y dos se encuentran en construcción (Olmos y San Gabán), el caso Pucará se encuentra en situación inviable por problemas de permisología.
Los proyectos antes citados, sumados a los de las centrales Chaglla y Cerro del Aguila, son los que han sumado en la producción de electricidad a partir del año 2016 contrarrestando la predominancia termoeléctrica. En el 2018, la matriz eléctrica del SEIN es básicamente hidrotérmica, con una penetración de las energías provenientes de Recursos Energéticos Renovables (RER) aún incipiente.
En pocas palabras, el Perú se ha destacado en el campo de la ingeniería hidráulica desde épocas inmemoriales, tiene en su haber el desarrollo de imponentes obras de ingeniería aplicada en hidroeléctricas, como lo es el emblemático Complejo Mantaro, Cañón del Pato, Huinco, Malpaso, entre otras.
Los agentes, conscientes de lograr el mejor aprovechamiento del recurso hídrico, el que a su vez inherentemente les generaría ingresos económicos redituables, saben que los emplazamientos de éxito logran en estos tiempos demostrar la valía de los buenos estudios geológicos, hidrológicos, económicos, entre otros aplicables, porque consiguen que las instalaciones gocen de una muy prolongada vida útil, llegando incluso hasta la centuria.
Con la LCE en el Perú, que establece entre otros el precepto de eficiencia, sumada a la desregulación de la actividad de generación, los emprendimientos hidroeléctricos se deben ceñir al comportamiento del mercado eléctrico y a las buenas prácticas de ingeniería.
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En tal sentido, a través de indicadores de diseño y de gestión, se verifica las bondades de los proyectos; así se observa que, la tendencia del factor de planta del conjunto de hidroeléctricas del SEIN ha decrecido en los últimos 4 años; también, que en los últimos años la potencia efectiva de aquellas se ha incrementado, pero los mínimos de producción (en estiaje) no lo han hecho; muchas mini hidro han sufrido los impactos de las crecidas de los ríos en épocas de avenida (lo extraordinario de estas crecidas, está por evaluarse).
Por otro lado, un aspecto importante que se debe tener en cuenta en la preparación de los proyectos hidroeléctricos es el impacto del cambio climático en su efectiva operación, en su diseño y estimaciones de la producción de energía y capacidad efectiva.
El impacto del cambio climático está rodeado de un gran nivel de incertidumbre, que se origina en la dificultad de pronosticar la naturaleza, la intensidad y velocidad del proceso del cambio climático y, en particular, su probable impacto regional en los patrones de precipitación pluvial, tierras húmedas de montaña y la recesión de los glaciares.
Al evaluar el impacto del cambio climático en los proyectos hidroeléctricos y en otras actividades de uso del agua, es importante establecer el horizonte de tiempo de este impacto. Si bien las tendencias climáticas y la velocidad del calentamiento de las zonas montañosas en la región de los Andes ahora están siendo documentadas mejor (Bradley, 2006, Ruiz,2019), perdura la incertidumbre sobre los impactos en los patrones de precipitación pluvial y por lo tanto en los escurrimientos.
La evidencia indica que se espera con el correr del tiempo un incremento considerable de la temperatura, con variaciones de temperatura ahora estimadas entre 0.2 y 0.5 grados por década. Estos cambios ocurrirán con el transcurso del tiempo y su efecto será acumulativo.
Si bien la velocidad del cambio no se conoce aún, los indicios muestran que los efectos inmediatos del cambio climático no afectaran las inversiones en proyectos hidroeléctricos con su vida económica de 30 o 40 años.
No obstante, aún dentro de este marco de tiempo, será importante determinar explícitamente el grado de incertidumbre relacionado con el cambio climático. Estratégicamente es aún más importante para Perú anticipar estas consecuencias en la planificación nacional de energía.
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Asimismo, es de suma importancia el posible impacto en los patrones de precipitación pluvial puesto que la generación hidroeléctrica está directamente relacionada con los volúmenes y la distribución estacional de las lluvias. Según las regiones y los modelos consultados, este impacto podría ser positivo o negativo. Los informes de Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC90) no son concluyentes en este sentido.
Por otra parte, es probable que las tasas de evaporación se incrementen y esto debe tenerse en cuenta en la estimación de escurrimiento.
Así mismo, existe la expectativa de que los flujos de las corrientes en general aumentarían su variabilidad estacional con el transcurso del tiempo, y esto también debe tenerse en cuenta en la planificación de mediano y largo plazo.
Por lo tanto, si las variaciones que se vienen observando en las condiciones pluviométricas y de escorrentías es un producto del “cambio climático”, sus titulares deben evaluar cómo afrontar los FEN, la gestión del agua, los aspectos ambientales, entre otros.
Finalmente, si el interés nacional requiere en esta etapa la inserción de RER NC, la tecnología hidráulica se convierte en el soporte natural para garantizar los balances en el corto plazo (márgenes de reserva operativos), como parte de servicios complementarios que deberían constituirse a partir del diseño de un mercado presto el SEIN para tal finalidad; no debe quedar duda de avanzar en esta necesidad, que garantiza la operación segura de los sistemas con significativa participación de generación intermitente. Por ello, se tiene que actualizar el marco normativo técnico para volver al camino correcto y asegurar el suministro de energía en el SEIN.