Los países de América Latina y el Caribe, continuarán con el proceso de transición energética cuyo efecto ha sido más evidente desde el año de la firma del acuerdo de París (2015), con una clara tendencia al alza en la participación de las fuentes de energía renovable en la matriz energética.
Esto se dará principalmente en el sector de generación eléctrica, donde se espera que el índice de renovabilidad supere el 70% al 2030 y el 75% al 2050, en un escenario de desarrollo tendencial, es decir sin cambios radicales en los esquemas de expansión que se han venido dando en los últimos años, mientras que en un escenario de transición más acelerada se aspiraría a llegar a un 85% de renovabilidad de la generación eléctrica para el año 2050.
Así lo anticipó el último informe sobre llevado a cabo por la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), que asegura que con el fin de aprovechar de mejor manera el evidente progreso que ha tenido la transición energética, en la matriz de generación eléctrica, en beneficio del sector energético integral de la región, es necesario incrementar el uso de la electricidad en cada uno de los sectores de consumo final, incluido el sector transporte.
“Para los usos finales de la energía donde la electrificación presente mayor complejidad, queda la alternativa de recurrir a otros vectores energéticos que permitan aprovechar los vastos recursos renovables primarios con que cuenta la región. Entre estos vectores se puede considerar los biocombustibles modernos y quizás a mediano plazo el hidrógeno verde y sus derivados, una vez se puedan superar las barreras tecnológicas y económicas que por el momento impiden la masificación en el uso de estos últimos”, detalla el estudio.
Y agrega que “con el incremento casi exponencial que se esperaría de las fuentes de energía renovable no gestionable como la eólica y solar – de naturaleza variable – en la matriz de generación eléctrica de la región, principalmente en el escenario de descarbonización acelerada (NET0), se hace necesario considerar la implementación de sistemas de almacenamiento de energía, que permitan incrementar la estabilidad de los sistemas y aprovechar los excedentes (vertimientos) que podrían producirse, ante las variaciones naturales de la demanda eléctrica”.
El informe de OLADE revela que si bien, la región cuenta de sobra con los potenciales y recursos energéticos primarios necesarios para la descabonización acelerada de la matriz de generación eléctrica, simulada en el escenario NET0, no necesariamente contaría con los recursos económicos o financieros requeridos para esta transición.
“Con los costos unitarios promedio actuales de inversión de los diferentes tipos de centrales eléctricas, ascendería a más de 400 mil millones de dólares al 2030 y cerca de los 2 trillones de dólares al 2050”, estima el estudio.